Lo importante es lo que vas viviendo.

Cuando salí de secundaria me dolía todo. Me dolía el alma. Habían aceptado mi petición para ingresar a una de las mejores universidades en química orgánica y ahí estaba parado yo, entre construir mi futuro y mis seres queridos, pero eso es lo que te enseñan, a dejar lo que tienes para arriesgarte a conseguir lo que te falta.

Los primeros meses en la universidad fueron duros,me costó adaptarme. Y admito que mi mente estaba en mi pueblo, con mi gente, y Rossie, mi amor. Me pasaba noches en vela mirando nuestras fotografías y con mis auriculares puestos pensando...

-¿Qué haces Rossie?¿Pensarás tú igual en mi? -Pensé dejando caer el celular sobre la almohada y cerrando mis ojos al sueño.

Duré una gran parte de la universidad estudiando en el día y pensando en mi gente y mi Rossie en cada momento libre y cada noche hasta quedar dormido. Fue una agonía que me sabía a felicidad, imaginarme que Rossie me esperaba y que cuando llegará por fin estaría a su lado y ella me recibiría en un cálido abrazo. Los primeros meses llamaba cada instante que pudiera a mi hogar y no hubo día en que no preguntará por mi Rossie. Los primeros meses ella respondía cada una de mis llamadas y duraba largos ratos hablando conmigo. Ratos que parecían minutos que se iban antes de que con las yemas de mis dedos pudiera tocarlos.

-¡Oh Rossie, mi dulce Rossie!-Me saboreaba hasta el pensar en ella. Cuanto la extrañaba...

Cuando me empecé a adentrar en mi carrera se me hizo difícil mantenerme siempre en el teléfono hablando con mis padres y Rossie, me pasaba los días leyendo libros, llenando prácticas, elaborando exposiciones y estudiando para exámenes. A penas tenía tiempo para comer, porque ni siquiera para dormir... Trataba de hablar siempre con Rossie, pero habían días que era imposible con tantas cosas por hacer. luego fueron semanas, y sin darme cuenta se me fueron los meses y ya ni pensaba en Rossie. Aunque la tenía clavada muy dentro de mi, ya no con tanta insistencia como cuando tuve que dejarla.

Un día empecé a socializar con mis compañeros de materias y me di cuenta que estaba tan centrado en mi pueblo y Rossie que realmente estaba solo en la universidad. Mis compañeros de inmediato me abrieron muchas puertas al flipeo y la joda. Ya no solo estudiaba, sino que salía a divertirme como alguien de mi edad.

Un día Martín, mi compañero de habitación me invitó a una fiesta que se daría en el recinto de las chicas. Lo pensé mucho porque tenía un examen que tomar al día siguiente, pero Martín insistió tanto que termine yendo. La fiesta sonaba increíble desde la entrada, el recinto de las chicas era más grande que el nuestro incluso. Martín toco la puerta y enseguida una morena alta, de buenas piernas, pelo ondulado y cara de "Yo mando" nos abrió la puerta. No pude evitar mirarla de arriba hacia abajo. Se veía increíblemente sexy ¡Dios! una Madonna en piel morena. Entramos de inmediato y ella me picó el ojo relamiéndose los labios, yo la mire y sonreí con picardía mientras di paso firme hacia dentro. La fiesta no solo sonaba buena, estaba realmente buena. Había de todo: buena música, bebida, mujeres sexys y dispuestas, jóvenes en las habitaciones teniendo sexo, tríos, orgías y un sin fin de cosas que ¡wow! yo no había visto antes; podría asegurar que había mucha coca moviéndose en la fiesta, todos estaban locos. Muy pronto entre y más pronto perdí a Martín de vista, me acerqué y tomé una botella de cerveza y me quedé mirando el área. Mis ojos visualizaron a una chica sola inclinada en el ventanal y con una cerveza en mano, era hermosa, sus piernas descubiertas y su espalda al aire libre. Llevaba un chongo en el pelo y texteaba constantemente en su celular. Decidí caminar hacia ella.

-Hola -Sonreí mirándola.
-¿Y tu? - Me respondió riéndose.
-Aquí, buscando a mi amigo que se ha perdido... ¿Y tu, andas sola? 
-No, mi amiga salió a buscar una cerveza... -Soltó una carcajada-... Hace una hora.
Estallamos de risa, era obvio que ambos estábamos solos, así que decidimos hacernos compañía. Nos reímos mucho juntos y en un momento empezó a sonar la canción "Tormenta de arena" y la mire, ella me miró y empezó a mover su cuerpo al son del ritmo. De inmediato supe que quería bailar y no lo pensé dos veces para acercarme y tomarla por la cintura, y sin darnos cuenta empezamos a bailar locamente con los tragos encima. Nos acercamos a la barra y ella pidió dos chupitos bien fuertes, nos lo tomamos de un trago a lo macho y volvimos a bailar, esta vez más cerca, más caliente, más erótico y no se en qué momento con salvajismo la tome de las nalgas apretandola mas contra mi y la bese. Ella respondió a mi beso de la misma manera. Nos teníamos ganas, y no algo fácil de controlar. La tome de un brazo y salimos juntos de la fiesta, nadie nos vio. Fuimos a mi habitación y al entrar cerré la puerta. Cuando me giré a verla ya no tenía su vestido, se lo había quitado. Con mucho salvajismo la tome de la cintura y ella enrollo sus piernas a mis caderas. Estaba decidida. Rápido nos deshicimos de la ropa y dimos a parar a la cama. No hablamos ni un instante, solo actuabamos. Le empecé a besar los senos bajando hasta su abdomen y con mis manos acaricie su cintura. Pronto quise más, y mis manos empezaron a jalar de sus bragas y empecé a bajarlas, quería deshacerme de ellas. Tan pronto se las quite empecé a mirar su cara que mientras mordía sus labios me pedía más con sus movimientos, y sin pensarlo dos veces saque mi erección que ya se había puesto dura y la adentre en su ser. Empecé a moverme suave, y quería que fuese así, pero no me contuve y empecé a empalarme en ella ferozmente, una, dos, tres, e infinitas veces, cada vez más agresivo, buscando mi placer. Ella gemía y me jalaba, estaba mojando ya, y yo sentía su humedad correr sobre mi pero no me detuve, todos se levantarían con sus gritos así que sin detenerme me acerque a sus labios y empecé a besarla entre gemidos mientras me empapaba de su humedad y seguía entrando más y más en ella. Cogimos hasta la madrugada y al terminar caímos rendidos a la cama. Pronto nos quedamos dormidos.

Mi reloj empezó a sonar, me levanté y al mirar la hora me espante. Recordé que tenía un examen, pero mi mente estaba en blanco. Mire a la chica que seguía a mi lado y la levante con insistencia:

-Tengo que irme. vamos despierta.
-Enseguida, esperate. -La mire sorprendido, wow, ¿no se quejaría como todas?- ¿Por qué me mirás así?
-¿No dirás nada?-Se rió y me miró-
-No, o sea, estoy consciente de lo que pasó, y fue increíble, pero ya, solo cogimos, y puede que se repita, cuando quieras -Se echo a carcajadas- Pero, no soy de esas que quieren algo formal. ¿Entiendes?
Me reí y la bese apasionadamente mientras salí corriendo a la ducha y exclamé:
-Me encantas Lucía, pero ya, vete.


Pasaron muchos días antes de volver a ver a Lucía, pero siempre que podíamos cojiamos. Era increíble, ella me ponía erecto de inmediato y me encantaba esto de estar con ella sin tener ningún compromiso. Tampoco era la mujer que quería y lo sabía, solo que deseaba tener mi placer propio por instantes.

Los meses se fueron muy rápidos, cada vez los encuentros eran menos con Lucía y yo tampoco estaba tan necesitado de estar con ella. Terminamos nuestras carreras juntos, pero a ambos se nos exigía la pasantía para poder graduarnos. Cuando empecé mi trabajo como pasante todo estuvo bien, y me cayeron super los chicos, todos fueron muy simpáticos.

Me fije en alguien en especial mientras hacía mi pasantía, era una chica realmente hermosa, para mi lo era, llena de sueños y metas; me gustaba, pero nunca la enamore, ni se lo dije, tenía temor a que ella dijera algo y se dañará la esencia de lo que veía en ella y miedo a perder lo que tantos años me había costado construir y callé. Callé hasta el último momento, hasta el día de mi partida. Solo me arriesgue a dejarle la pequeña sospecha de lo que sentía, nunca fuí claro ni preciso, aunque, si ella quisiera entender se hubiera dado cuenta de que no la veía como una estudiante más.

Llegó el día de irme, y nunca me gustaron las despedidas, pero eran necesarias. Dí una última vuelta por la universidad, tomé mis maletas y me fuí. El camino fue duro, cada paisaje que dejaba atrás solo me recordaba que era hora de volver, y el momento que más ansie ahora era el que menos me emocionaba. Ahora volvería a encontrarme con personas que ya he olvidado y tendría que dejar personas que se habían vuelto importantes para mi.  Entonces entendí, que lo más importante nunca fue empezar, ni concluir, porque cuando empiezas no quieres, y cuando terminas tampoco. Entonces lo importante es lo que vas viviendo, porque ahí es cuando empiezas a querer, es cuando amas lo que haces, lo disfrutas y eres tu.

Regrese a mi pueblo, mis padres me esperaron con orgullo, Rossie se había casado y estaba en espera de un bebe, me alegré mucho por ella, porque al final de cuentas no volví yo, volvió alguien diferente a quien conocía y que ya no moría de amor por ella... De Martín supe que se fue a pasar una estancia en Sevilla, España y de Lucía, lo único que supe fue que se quedó con una gran propuesta de trabajo que le ofertaron. Y de repente todos los putos años habían pasado y ya no regresarían, me toco vivir encerrado en la época más estúpida. Donde  regresamos el cuerpo, dejando el alma en aquellos viejos recuerdos y momentos que quisieramos fueran eternos.



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