En apenas 18 años y 10 meses de vida tengo un gran testimonio, lo que es la vida pero en letras; porque eso es para que quien lo lee sin vivirlo: la vida en letras.
La mujer que soy hoy es muy diferente a la que fui cuando cree este blog, si damos un recorrido a mi pasado, siempre fue la lucha constante entre dos amores: uno que era tierno y me brindaba paz, otro que para mi era tormenta y turbación; la triste historia de aquella que se sentía menospreciada y aislada dentro de su circulo social. Todas estas vivencias me han hecho adoptar una personalidad que esta en la constante busqueda del amor del prójimo, la compañía del otro porque quizás muy en el fondo la verdad sea que le tema a quedarme a solas con quien realmente soy.
En estos años el sufrimiento para mi fue turbio... Cuanto no sufri por personas que llegaban y se iban, por aquellas que estaban pero no eran lo que quería, por otros que me trataban tan insignificante, por traiciones que ahora que las pienso no lo fueron o quizás no tenían el valor y la importancia que le dí. He sufrido tanto por sentirme diferente, por como pienso y actuo, tanto que muchas fueron las veces que actue fuera de mi misma para llamar la atención de otros ¡Cuanto dolor me he ocasionado a mi misma!
Hoy puedo afirmar que las amistades del 2014 llegaron y se fueron antes del primer día del 2015, que cada año llegaban nuevas personas a mi vida que me elevaron y las mismas me hicieron descender al ricón más profundo el cual yo llamaba "abismo depresivo"
Sin embargo, existe una verdad indeleble dentro de todo esto y es que ninguna estación del año es eterna, que hoy estas conmigo, pero yo mañana no lo se. Y eso que algún día llame "abismo depresivo" también fue la luz al final del tunel que me engrandecio, me promovio y me edifico convirtiendome en la mujer que soy hoy.
Otras personas fueron un ciclo en mi vida, así como yo fui un ciclo en la vida de las mismas, yo fuí feliz, sufrí y a su vez crecí con ellas, pero ¿no pude ser yo lo mismo para esos personajes? ¡Claro que sí! Quizás no todos vivieron lo mismo que yo viví con ellos, pero se que algo de mi los marco y que nuestros momentos juntos rara vez pueden vagar en sus mentes cuando vivan o vean algo similar a lo que sintieron a mi lado.
Yo nunca he decaído tanto hasta la muerte física, pero estoy consciente que mi muerte en un plano inmaterial trajo como resultado mi resurección interior, si he muerto 10 veces, 11 veces he resurgido de entre las cenizas que se hicieron con mi yo espiritual, psíquico y mental. Con cada fin, nacio una nueva yo que se alejo de ciertos elementos para acercarse a otros.
Pero esto no termina aquí, tengo ganas de que mi yo interior siga creciendo, que no pare, que no se conforme, porque como el apostol San Pablo dice: "Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiendome a lo que esta delante" (Fil.3:13) No he alcanzado absolutamente nada todavía, existe más y no reprenderé a mi ser de vivir y sufrir porque se que mi poder se perfecciona en la debilidad, por lo que con toda alegría aunque la higuera no florezca yo me seguiré alegrando y gloriando, porque he entendido que en mis afrentas, en mis necesidades y angustias es cuando mi yo interior se empodera. Porque cuando soy débil, soy fuerte.
Gracias a cada relación personal (cercana o a distancia), a cada experiencia, a cada dolor porque hoy se que puedo seguir mi vida, en letras para quien lo lee, pero en heridas y lesiones que he curado y seguiré curando, hasta que en mi persona viva la esencia de cristo: aquel que vivio para amar, sanar y salvar vidas que pensabamos eran un caso perdido.
Nunca me arrepentiré de haberte perdido, pero creeme que me siento muy feliz de que así haya sido, porque hoy ambos nos hemos empoderado de nuestro yo interior, aunque sea un poquito.
La mujer que soy hoy es muy diferente a la que fui cuando cree este blog, si damos un recorrido a mi pasado, siempre fue la lucha constante entre dos amores: uno que era tierno y me brindaba paz, otro que para mi era tormenta y turbación; la triste historia de aquella que se sentía menospreciada y aislada dentro de su circulo social. Todas estas vivencias me han hecho adoptar una personalidad que esta en la constante busqueda del amor del prójimo, la compañía del otro porque quizás muy en el fondo la verdad sea que le tema a quedarme a solas con quien realmente soy.
En estos años el sufrimiento para mi fue turbio... Cuanto no sufri por personas que llegaban y se iban, por aquellas que estaban pero no eran lo que quería, por otros que me trataban tan insignificante, por traiciones que ahora que las pienso no lo fueron o quizás no tenían el valor y la importancia que le dí. He sufrido tanto por sentirme diferente, por como pienso y actuo, tanto que muchas fueron las veces que actue fuera de mi misma para llamar la atención de otros ¡Cuanto dolor me he ocasionado a mi misma!
Hoy puedo afirmar que las amistades del 2014 llegaron y se fueron antes del primer día del 2015, que cada año llegaban nuevas personas a mi vida que me elevaron y las mismas me hicieron descender al ricón más profundo el cual yo llamaba "abismo depresivo"
Sin embargo, existe una verdad indeleble dentro de todo esto y es que ninguna estación del año es eterna, que hoy estas conmigo, pero yo mañana no lo se. Y eso que algún día llame "abismo depresivo" también fue la luz al final del tunel que me engrandecio, me promovio y me edifico convirtiendome en la mujer que soy hoy.
Otras personas fueron un ciclo en mi vida, así como yo fui un ciclo en la vida de las mismas, yo fuí feliz, sufrí y a su vez crecí con ellas, pero ¿no pude ser yo lo mismo para esos personajes? ¡Claro que sí! Quizás no todos vivieron lo mismo que yo viví con ellos, pero se que algo de mi los marco y que nuestros momentos juntos rara vez pueden vagar en sus mentes cuando vivan o vean algo similar a lo que sintieron a mi lado.
Yo nunca he decaído tanto hasta la muerte física, pero estoy consciente que mi muerte en un plano inmaterial trajo como resultado mi resurección interior, si he muerto 10 veces, 11 veces he resurgido de entre las cenizas que se hicieron con mi yo espiritual, psíquico y mental. Con cada fin, nacio una nueva yo que se alejo de ciertos elementos para acercarse a otros.
Pero esto no termina aquí, tengo ganas de que mi yo interior siga creciendo, que no pare, que no se conforme, porque como el apostol San Pablo dice: "Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiendome a lo que esta delante" (Fil.3:13) No he alcanzado absolutamente nada todavía, existe más y no reprenderé a mi ser de vivir y sufrir porque se que mi poder se perfecciona en la debilidad, por lo que con toda alegría aunque la higuera no florezca yo me seguiré alegrando y gloriando, porque he entendido que en mis afrentas, en mis necesidades y angustias es cuando mi yo interior se empodera. Porque cuando soy débil, soy fuerte.
Gracias a cada relación personal (cercana o a distancia), a cada experiencia, a cada dolor porque hoy se que puedo seguir mi vida, en letras para quien lo lee, pero en heridas y lesiones que he curado y seguiré curando, hasta que en mi persona viva la esencia de cristo: aquel que vivio para amar, sanar y salvar vidas que pensabamos eran un caso perdido.
Nunca me arrepentiré de haberte perdido, pero creeme que me siento muy feliz de que así haya sido, porque hoy ambos nos hemos empoderado de nuestro yo interior, aunque sea un poquito.
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