Mi profesora.

Flashback -Recuerdos-

Recuerdo que era primera hora cuando mi profesora entró al salón de clases. Llego poniendo una fila de tres mascotas en el escritorio, seguro era el plan de día para hoy -pensé-. Para ser profesora era una persona muy poco carismática, no se reía con nadie ni se interesaba por platicar con sus alumnos. Nunca antes nos propuso hacer un anonimato anotando lo que nos disgustaba de ella para intentar ser mejor. Nosotros como estudiantes le teníamos un miedo increíble, no era respeto, siempre fue miedo; por ello nunca antes intentábamos contradecirla para dar nuestras opiniones. 
Sus labios pocos tersos se abrieron pidiendo una oración y una reflexión como ya era costumbre. Terminado esto me miró fijamente -su mirada era poco alegre, mas bien me miraba como con enojo- y me dijo:
-¿Sabes que debes quitarte el color del pelo? La dirección ya ha promulgado esta regla en la institución. -Y era que tenía en la punta de mi pelo unas mechas californianas color rubio dorado. Y no me había disgustado con lo que me dijo, me había disgustado su actitud imperial.- Y con un gesto poco amable le respondí:
-Esta regla no se hablo a inicios de clases, se esta hablando ahora y no esta en su debido contorno.
Frunció levemente sus cejas y me dijo:
-Si se habló. Solo la dejamos pasar, se nos ha salido de las manos y por eso hemos empezado a fomentarla.
-Pues aquí no se dijo. -Y con esta respuesta decidí no volver a responderle otra, si lo hacía era capaz de hacerme un reporte por desacató a la autoridad, y no me convenía. Era una profesora que solo se encargaba de transmitir las clases. Y si solías ser su contradicción ya te doy yo a ti por un estudiante de setentas-. 
Frunciendo cada vez mas su cejas volvió a recalcarme:
-Que a ustedes no se le haya dicho no es mi problema, pero si se había planteado esta regla antes, esta en el formulario entregado a sus padres.  
No le respondí. Ella al verme sin respuesta -No porque no la tuviera, sino por evitar.- Me sonrió sinicamente, dándose a ver como una emperatriz dominante... ¡Já! ¡Que actitud!

...

Saliendo del Flashback. Volviendo a la realidad decidí darle una pequeña carta a mi profesora, esta decía:

Querida profesora...
¿Por qué se empeña usted en ser tan rustica con sus alumnos, incluso con aquellos que son complacientes con usted? No me sorprendería que con los zozobrosos fuera tan imperialista y repulsiva, pero... ¿Que caso tiene ser así con todos? Sería muy triste la vida de una profesora que marcará las vidas de sus alumnos mas por malos momentos que por buenos.
Dentro de su casa una maestra tiene una vida, pero dentro de una institución tiene cientos de hijos, cada uno desarrolla un sentimiento distinto, pero dependiendo de la actitud del maestro este afecto puede ser de amor o de repulsión. ¡Que tristeza debe sentir una profesora al caminar por la calle y darse cuenta que no fomento ni un granito de amor en el corazón de alguno! Este debe ser el fin de una profesión tan carismatica como la que usted esta emprendiendo sin carisma.
Mi querida profesora, esta carta no se la hago con intenciones de contradecirla, mucho menos de que se ponga en mi contra; intento con la mas compasiva actitud demostrarle que la forma en que nos trata no nos hace hablar de usted como "una gran profesora para recordar."
Espero mi carta no solo la moleste y la haga mandarme al grupo de los setentas, sino que la ayude a que lleve una mejor relación con quienes convive durante ocho horas diarias. 
Su alumna.




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