Eran alrededor de las 6 am cuando una sonaja de cascabeles me decían: "Ya es navidad". Echando pasos a correr arregle mi lecho, esponjando las almohadas con una sonrisa cómplice de estas fiestas. Sacando los mas llamativos ajuares rojos de mi closet, escogiendo el verde de esperanza junto al rojo navideño para culminar las fechas mas alegres del año me preguntaba: "¿Que es lo divertido de lucir bien en navidad? ¿Acaso la alegría de estas fiestas son los ajuares que determinan tu actitud física?".
Las horas pasaron muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos afuera mi madre llamaba diciendo: "¡Vamos que nos va a coger la hora! No quiero llegar tarde a la cena". Me mire por ultima vez al espejo, tome mi mochila de viaje con mis cosas empacadas dentro, saliendo con mi madre hacia nuestro destino. El camino se nos hizo un poco largo, o para mi lo fue por el simple hecho de que ansiaba llegar y ver a aquellos que tanto tiempo tenia sin ver. Cuando llegue al hogar que me vio crecer hasta mis 7 años de edad volví a escuchar las mismas sonajas de cascabeles diciendo: "Ya es navidad". Entrando a casa, desmontando mi equipaje y volviéndome a ver en el espejo pensé: "Las cosas han cambiado mucho desde la ultima vez". Salí a caminar por aquellas antiguas calles que antes correteaba sin cesar, mientras a mi mente llegaban los recuerdos de navidades pasadas. Tenia tanto que recordar que me imagino el tiempo me volvió a pasar como brisa abrazando mi piel, porque sin darme cuenta ya era hora de arreglarme para ir a cenar en familia, era noche buena, noche de cascabeles que decían: "Ya es navidad". Utilice un atuendo especial, complementándolo con falsas perlas que parecían reales y un maquillaje sencillo. Volviendo a detenerme frente al espejo, viendo lo mucho que había crecido y marcándolo como cuando era una niñata. Cuando ya las manecillas del reloj dieron las 7:30 pm, un taxi llego a recogernos para llevarnos al destino final, al llegar allí utilizando mi porte de elegancia frente a todos, ignorando a quienes no conocía, observando de lejos la mesa en donde todos formaríamos una noche de cascabeles me di cuenta de varias ausencias. Tome asiento en un mueble de la antesala de la casa mientras todos corrían de un lugar a otro y yo me sentía aburrida por primera vez, pues antes habíamos creado la historia de tres mosqueteros y uno mas junto a mis primos, pero al pasar el tiempo nos desunimos. Uno falleció hacían ya cuatro años y esta perdida nos había afectado tanto que creó rejas en medio de cada uno de nosotros, de los tres que quedábamos uno decidió no volver a las cenas y al final del cuento solo eramos dos.
-¡Hora de cenar! -Exclamaba la esposa de mi tío desde la mesa, todos nos acercamos como costumbre tomándonos de la mano mientras dábamos gracias a Dios por lo que nos había concebido y pidiéndole para que se lo permitiera a los demás.
Terminando de cenar, nos sentamos alrededor de una palmera, no pasaban ni dos horas cuando ya muchos se habían parado diciendo "Fue un placer, feliz navidad a todos" y así despedían lo que había sido "la noche de cascabeles". Así culminaba la noche mientras yo pensaba, "no es una noche de cascabeles si empiezas a notar la ausencia de la sonaja de alguno de aquellos cascabeles".
Las horas pasaron muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos afuera mi madre llamaba diciendo: "¡Vamos que nos va a coger la hora! No quiero llegar tarde a la cena". Me mire por ultima vez al espejo, tome mi mochila de viaje con mis cosas empacadas dentro, saliendo con mi madre hacia nuestro destino. El camino se nos hizo un poco largo, o para mi lo fue por el simple hecho de que ansiaba llegar y ver a aquellos que tanto tiempo tenia sin ver. Cuando llegue al hogar que me vio crecer hasta mis 7 años de edad volví a escuchar las mismas sonajas de cascabeles diciendo: "Ya es navidad". Entrando a casa, desmontando mi equipaje y volviéndome a ver en el espejo pensé: "Las cosas han cambiado mucho desde la ultima vez". Salí a caminar por aquellas antiguas calles que antes correteaba sin cesar, mientras a mi mente llegaban los recuerdos de navidades pasadas. Tenia tanto que recordar que me imagino el tiempo me volvió a pasar como brisa abrazando mi piel, porque sin darme cuenta ya era hora de arreglarme para ir a cenar en familia, era noche buena, noche de cascabeles que decían: "Ya es navidad". Utilice un atuendo especial, complementándolo con falsas perlas que parecían reales y un maquillaje sencillo. Volviendo a detenerme frente al espejo, viendo lo mucho que había crecido y marcándolo como cuando era una niñata. Cuando ya las manecillas del reloj dieron las 7:30 pm, un taxi llego a recogernos para llevarnos al destino final, al llegar allí utilizando mi porte de elegancia frente a todos, ignorando a quienes no conocía, observando de lejos la mesa en donde todos formaríamos una noche de cascabeles me di cuenta de varias ausencias. Tome asiento en un mueble de la antesala de la casa mientras todos corrían de un lugar a otro y yo me sentía aburrida por primera vez, pues antes habíamos creado la historia de tres mosqueteros y uno mas junto a mis primos, pero al pasar el tiempo nos desunimos. Uno falleció hacían ya cuatro años y esta perdida nos había afectado tanto que creó rejas en medio de cada uno de nosotros, de los tres que quedábamos uno decidió no volver a las cenas y al final del cuento solo eramos dos.
-¡Hora de cenar! -Exclamaba la esposa de mi tío desde la mesa, todos nos acercamos como costumbre tomándonos de la mano mientras dábamos gracias a Dios por lo que nos había concebido y pidiéndole para que se lo permitiera a los demás.
Terminando de cenar, nos sentamos alrededor de una palmera, no pasaban ni dos horas cuando ya muchos se habían parado diciendo "Fue un placer, feliz navidad a todos" y así despedían lo que había sido "la noche de cascabeles". Así culminaba la noche mientras yo pensaba, "no es una noche de cascabeles si empiezas a notar la ausencia de la sonaja de alguno de aquellos cascabeles".
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